Si ayer descubríamos lo divertido que puede llegar a ser el reciclaje, hoy nos sorprenderemos con lo que podemos llegar a construir con tan sólo una pizca de imaginación y unas notas de utilitarismo.
El acento de este post lo vamos a poner en el diseño de objetos que conviertan nuestra cotidianidad en algo más sencillo, llevadero, amable y por qué no; divertido e improvisado.
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El otro día, fui a hacer unas cuantas fotocopias. Imprimí varios CV para entregar en el dpto de recursos humanos de las empresas que nunca se interesaron por mí. Se me había olvidado la carpeta; así que le pedí al chico que me atendió un trozo de celo para pegar los folios, una vez enrollados, listos para llevar.
Veréis, tengo un problema de sudoración excesiva en las manos, lo que hace que si el trayecto durante el cual tengo que llevar los folios cogidos es mayor de 20 metros, la marca de mi palma y la huella de la presión de los dígitos quede impresa sobre el papel; incluso sucede a veces que la tinta llega a correrse, por estar recién impresa, al contacto húmedo de la piel.
El diseño de los objetos que acompañan a estas líneas responden a esa inquietud, resuelven un problema (menor) de mi modesto quehacer diario.
Así que...
Adiós al celo-fan, me cambio al rollo-fan
; )
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Notas técnicas:
Para realizar las perforaciones me he ayudado de un perforador sencillo y de unas tijeras, que nos servirán también para ajustar la longitud de las pestañas del asa
Materiales:
- rollo de papel higiénico y/o de cocina
- bolsa de papel reciclable
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